EJERCICIO PRELIMINAR Y RELAJACION
Adóptese, desde luego, una actitud cómoda, por ejemplo, sentado.
Siéntese de manera que los pies descansen por completo en el suelo.
Manténgase derecha la columna vertebral, los hombros naturalmente
caldos, el pecho ligeramente encorvado y el abdomen hacia atrás. Las
manos deben descansar sobre los muslos; los codos rozando las caderas,
el dedo pulgar separado y hacia adentro y los demás dedos rectos y
separados unos de otros.
Aspírese rápidamente por la nariz y de una manera más rápida
expírese también por la nariz, como si se hiciera un gran suspiro,
vuelva a aspirarse y expirarse en la misma forma durante seis o siete
veces consecutivas y termínese con una expiración muy larga.
Mientras se efectúa esta larga expiración se procederá a la completa relajación
del cuerpo y del cerebro; relájese en primer lugar el pie derecho,
atrayendo por medio del poder de la voluntad la tensión nerviosa del
mismo, hacia lo alto de la pierna y de allí hacia el centro de gravedad
del cuerpo o sea hacia el corazón. Relájese de la misma manera la mano derecha. En seguida átense corto todas las ideas en el cerebro, toda preocupación, toda zozobra;
déjese de pensar. Relájese la cara, el cogote, la garganta, las
mandíbulas. La lengua debe descansar en el centro de la boca, la punta
se apoyará ligeramente en los incisivos inferiores o bien se inclinará
algo curvada hacia el paladar. Ténganse los labios cerrados y los
dientes un poco separados. De la mano y del pie izquierdos atráigase la
tensión nerviosa hacia el centro de gravedad. Relájense por último todas
las vísceras a escepción del corazón, que es donde se recibirán todas
las tensiones del cuerpo para repartirlas inmediatamente Todo lo que antecede debe sacerse en una sola expiración.
Hasta que no se haga no se está en disposición de practicar el
ejercicio de respiración rítmica. Veamos que se entiende por respiración
rítmica.
Fijémonos en las mareas. Vemos que las aguas suben y bajan siguiendo siempre el mismo período regular.
En el universo todo procede de un movimiento ondulatorio y la
respiración que establece el ligamento del individuo con Dios, es por si
sola una ondulación, un flujo y reflujo, una marea de la que su onda
rítmica es producida por la pulsación del corazón.
La aspiración debe durar siete pulsaciones (que
vienen a ser aproximadamente siete segundos) y su ritmo ha de sostenerse
sobre estas pulsaciones. Ello no debe dar lugar a ningún esfuerzo, a
ningún choque. La retención del aire durará la mitad, tres o cuatro pulsaciones. La expiración será de siete pulsaciones después de una parada de tres o cuatro pulsaciones.
PRIMER EJERCICIO RITMICO
Los labios deben tenerse cerrados y los dientes un poco
separados; la punta de la lengua tocando los dientes inferiores y la
lengua ligeramente curvada, llana y sin tensión. La barba un poco hacia
adentro, mostrando un cierto aire de independencia. La posición del
cuerpo ha de ser perfectamente derecha y todos los músculos relajados,
pero la columna vertebral firme. Se ha de tomar la posición, de espaldas
a la luz.
En un pedazo de papel o tela, píntese un punto de un tamaño de
dos centímetros de diámetro, de un color obscuro o negro y colóquese en
la pared al nivel de los ojos y a una distancia de los mismos de un
metro y medio a dos metros. Mírese el punto fijamente sin parpadear y
sin moverse. En esta posición se notará en seguida que las ideas
flotantes tienden a desaparecer y que se está en situación de poder
concentrar el pensamiento. El secreto del éxito en el desarrollo de las
potencias está n la habilidad de la concentración. Si la silla fuese
demasiado alta, póngase un libro debajo de los pies para elevarlos a la
posición deseada y si fuera baja, colóquese un libro sobre el asiento y
cuando todo esté en regla puede empezarse el ejercicio.
Primero desalójese el aire de los pulmones hasta el último
extremo y sin hacer para conseguirlo tensión ni esfuerzo; en seguida
inhálase por la nariz lenta, suave y plenamente por el espacio de siete
segundos; empiécese por llenar los lóbulos superiores de los pulmones
tanto como lo permita la posición del cuerpo y luego el resto de los
órganos respiratorios hasta lo último. Al hacer la exhalación obsérvense
las mismas reglas, conteniendo la acción de los pulmones para evitar
espasmos, desigualdad o rapidez; todo debe hacerse en ondas y círculos
perfectos.
Mientras se aspira este Aliento de vida con la vista fijamente
centrada en el punto, concéntrense las funciones de la mente en el
proceso de la respiración siguiendo mentalmente la corriente de aire en
su recorrido, piénsese en Ga-Llama, el principio centralizador de la
vida, con la convicción de que su misión es restaurar los tejidos
celulares de todo el sistema y por ellos establecer la base o fundamento
de la regeneración o vida nueva. Respírese con el conocimiento de que
el Aliento es el principio fundamental de la vida y que el objeto de los
ejercicios es poder alcanzar conocimiento perfecto. La práctica de los
ejercicios sin la concentración daría un resultado parcial y la
concentración sin los ejercicios sólo produciría resultados momentáneos.
Para tener una idea más clara de lo que se trata, se ha de saber
que la respiración sirve para conservar la sangre en circulación. La
función del corazón es distribuirla con regularidad; pero la
purificación y circulación de la sangre se debe a la acción de los
pulmones. La respiración ordinaria retiene oxígeno necesario para
purificar la sangre descargándola de carbonos. Cuando el cuerpo
encuentra obstáculos para continuar sus manifestaciones físicas, se debe
principalmente a la falta de actividad de los órganos respiratorios y
debe cuidarse la respiración como único y verdadero medio de conseguir
alivio y curación.
Por medio de la respiración sistemática y la concentración, no
sólo se aspira el oxígeno para la purificación de la sangre y la
promoción de la circulación, sino que también se inspira Ga-Llama, el
principio centralizador de la vida, aunque sin con ciencia de ello, pues
hasta ahora no se ha tenido habilidad para demostrar su presencia por
medio de ningún instrumento. Como la teoría de los átomos que nunca han
podido probarse. Ga-Llana puede decirse que es una palabra para explicar
lo inexplicable aunque Ga-Llana es una realidad cuya existencia puede
probarse por la percepción mental, el discernimiento espiritual y por
otros sentidos.
Ga-Llana no es una palabra nueva. Fué empleada para designar el
principio vital, la esencia de la vida, como lo descubrieron los
antiguos hace muchos millares de anos.
Ga-Llama no es el Logos de los griegos ni el Espíritu de los
filósofos modernos. Ga-Llama es el fundamento de la existencia y llena
toda la Zarvan Akarana. Nosotros lo respiramos, pero en nuestra
ignorancia e incapacidad para comprender su presencia nos falta el poder
de atracción y lo perdemos en vez de retenerlo. Pero tan pronto como se
adquiere la conciencia de su existencia, se desea atraerlo y retenerlo y
su acumulada presencia en nu,estro ser nos coloca en armonía con el
universo que desenvuelve nuestra personalidad hasta lo infinito.
A medida que se vayan practicando estas instrucciones se hará
comprensible porque sólo se posee el Aliento Materno y es este Aliento
lo que determina la duración de la vida humana en correlación con la
capacidad respiratoria de la madre en el momento de la concepción. Así
ocurre con frecuencia que personas que al parecer gozan buena salud,
inopinadamente son llamadas al seno de Abraham. Tan pronto como se acaba
el Aliento Materno se exhala el último suspiro. El Aliento Materno
decide también las condiciones de la existencia y no hay otro medio para
libertarse de este yugo que establecer la Respiración Individual, y a este fin conducen estos ejercicios.
Con el propósito de evitar cualquier error en la práctica del primer ejercicio, recomendamos se tenga presente
que la Respiración Individual requiere que la inhalación sea de siete
segundos de duración y la exhalación de igual espacio de tiempo. El
Aliento Materno no tiene cuanto más que inhalación de tres segundos y
otro tanto la exhalación y cuando e más corta es un triste presagio para
la vida. Gradualmente se ha de aprender a inhalar por espacio de siete
segundos y exhalar por espacio de otros siete. Para lograr este fin,
empiécese por inhalar durante cuatro segundos, un segundo de descanso
para invertir la corriente y exhálese durante cuatro segundos dejando
los pulmones completamente vácuos. Evítese todo esfuerzo o tensión. Si
no se quiere contar los segundos, piénsese en alguna melodía, verso
aforismo, etc. y antes de repetir la inhalación descánsese un segundo.
No se olvide que la atención ha de concentrarse en el proceso de la
respiración desechando cualquier otra idea.
Por excitado, nervioso o deprimido que se esté, este ejercicio
produce los mejores resultados. El sistema nervioso se calma por la
generación de la fuerza eléctrica y la mente se tranquiliza por la
concentración y la mayor normalidad de la circulación vigoriza el
cuerpo.
Debe hacerse este primer ejercicio rítmico durante tres minutos,
tres veces al día, tres minutos por la mañana, tres minutos al mediodía
y tres minutos antes de la puesta de sol, de manera que serán nueve
minutos de ejercicio durante el día. Estos nueve segundos no pueden ser
mejor empleados, y sirven para reconstituir el cuerpo y crearos la
facultad de gobernarlo. No debe practicarse el ejercicio hasta media
hora por lo menos de haber comido.
Día tras día se irán construyendo los cimientos de una salud
perfecta, de una larga vida, de lucidez de espíritu, de duradera
capacidad cerebral y de todo equello que hace que la vida merezca ser
vivida.
SEGUNDO EJERCICIO RITMICO
Para relajar el cuerpo, al principio de este ejercicio es
suficiente desalojar el aire de los pulmones y hacer una ligera flexión
con las rodillas. El peso del cuerpo descansará entonces sobre la planta
de los pies y las piernas serán flexibles y elásticas. Demasiada
rigidez en las piernas, se comunica a toda la actitud y provocan
determinadas tensiones en las vísceras abdominales.
Después del ejercicio preliminar qué se describe en la primera lección y ya en estado de relajación,
debe detenerse el aliento durante tres o cuatro segundos y mientras se
inhala y siguiendo intuitivamente la corriente del aliento, levántese el
cuerpo suavemente cargando el peso sobre la punta de los pies, inhálese
por espacio de siete segundos; en seguida bájese el cuerpo a su primera
posición exhalando al mismo tiempo durante otros siete segundos. Al
inhalar debe cerrarse las manos gradualmente con más fuerza, pero sin
tensión de los músculos ni apretar los dientes. Al exhalar ábranse las
manos al mismo tiempo que se baja el cuerpo. Aunque los talones toquen
al suelo no debe cargarse el peso del cuerpo sobre ellos. Al principio
no debe practicarse este ejercicio más que dos veces diarias por espacio
de tres minutos cada vez. La hora más favorable es por la mañana al
levantarse. No hay inconveniente en que se practique inmediatamente
después del primero con tal que éste se haya practicado durante dos
semanas cuanto menos y que se ejecute con facilidad la Respiración
Individual. Este ejercicio no debe practicarse después de las comidas.
Cuando se haya conseguido acostumbrarse a balancear el cuerpo de
delante atrás y el ejercicio se practique perfectamente puede
introducirse en él una modifición para poder practicarlo mientras se
pasee. Al inhalar, dése unos pasos durante los siete segundos que dura
la inhalación, seguidamente y sin dejar de andar, reténgase el aliento
por unos pocos segundos y luego hágase la exhalación, como queda
explicado. Después de adquirir práctica en estos movimientos y
ejercicios se podrá apreciar su gran importancia y valor; ayudan a
restablecer generación de corrientes eléctricas en la región de los
pies, de las que depende en gran parte el sentido del oído.
En un pequeño pueblo de antiguo conocido, sucedió una mañana que
un niño de pecho tuvo vómitos y se puso gravemente enfermo. Una vieja
vecina que se hallaba presente en el momento de la ocurrencia, contó a
su hija lo sucedido, haciendo la observación de que los vómitos del niño
eran negros como un cuervo. Por la tarde de aquel día memorable, la
hija visitó a sus amigas y les refirió el extraño suceso de un niño que
había vomitado un cuervo. La noticia causó sensación y muchos de los
presentes convinieron ir por la noche a casa de la vecina para que les
informara mejor de tan extraordinario acontecimiento. La pobre mujer,
con la emoción y excitación que le produjo la inesperada visita, refirió
la historia de un niño que había vomitado tres cuervos.
Por mala inteligencia la verdad se exagera y altera muchas
veces, sin deseo ni mala intención por parte de nadie, de agregar algo
nuevo al hecho original. Cuando el sentido del oído haya alcanzado mayor
desarrollo y perfección se entenderá y compranderán mejor las cosas y
no se estará expuesto a referir sucesos que han sido muy cargados de
color. No debemos formar juicio de lo que sólo conocemos por rumores ni
ocuparnos de vidas ajenas. Ocupémonos de mejorar la nuestra y un día
comprenderemos las glorias de la existencia.
EJERCICIO TERCERO RITMICO
Colóquese
en el suelo a una distancia como de un pie de la punta de los pies del
que practique el ejercicio, un objeto obscuro y mate, digamos una moneda
de cobre de diez céntimos, no porque intentemos concentrar sobre
dinero, nada de eso, no son dollars lo que pretendemos conquistar sino
sentidos y quizá por esta razón escogemos unos céntimos que no pueden
sugerir grandes ideas de dinero, además de que sentándose y concentrando
sobre él, el dinero no vendría; para alcanzarlo es preciso algunos
movimientos. Muy pocos son los que consiguen poseer lo que puede
alcanzarse por dinero; pero salud, comprensión, inteligencia y todos los
atributos de una noble existencia no pueden comprarse; han de
adquirirse por asiduo trabajo y concentrando en su verdadera naturaleza.
Fíjese la mirada en la moneda sin perder de vista, cualesquiera
que sean los movimientos del cuerpo. Cúidese de tener todos los músculos
laxos, la columna vertebral erguida y firme y de no hacer presión con
las manos sobre los miembros inferiores. Practíquese la respiración
preliminar, esto es, inhalaciones y exhalaciones cortas cuatro o seis
veces y al final exhálese todo el aire que sea posible sin permitir el
menor esfuerzo; después inhálese plenamente, pensando al mismo tiempo en
las palabras: "Aliento es Vida". Al exhalar, pensando siempre "Aliento
es Vida"", inclínese el cuerpo hacia adelante, la vista fija en la
moneda (de la que no debe separarse mientras dure el ejercicio) y la
cabeza estable con el movimiento del cuerpo. Este movimiento contribuye a
reducir el volumen de las caderas, ensancha el diafragma y el cuerpo
adquiere forma más esbelta y graciosa.
Para evitar la posibilidad de distraerse con ideas extrañas,
acentúese al inhalar la palabra "Aliento", pero no las otras dos de la
frase; inclínese el cuerpo hacia adelante, como se ha dicho, hasta que
las costillas flotantes estén casi en contacto con los miembros
inferiores. Se ha de tener presente que el abdomen se ha de tener un
poco hacia adentro en todos los ejercicios.
Cuando se ha alcanzado el punto máximo de inclinación, reténgase
el Aliento repitiendo "Aliento es Vida", acentuando la sílaba "es".
Evítese tensión de músculos del pecho o laringe, reténgase el Aliento
repitiendo mentalmente la misma frase, un poco más deprisa para cubrir
el espacio de cuatro segundos; exhálese en seguida repitiendo "Aliento
es Vida", acentuando la palabra "Vida" y levantando el cuerpo a su
primera posición. Al exhalar debe expelerse por completo el aire de los
pulmones, con precaución y cuidado.
Este ejercicio debe practicarse de una a tres veces diarias por
espacio de tres minutos cada vez. Los ejercicios deben practicarse de
espaldas a la luz y en habitación bien ventilada. El movimiento de
inclinación de este ejercicio ha de durar siete segundos, la retención
del aliento cuatro segundos y al exhalar siete segundos, o algo más, si
es posible, volviendo a la primera posición.
Aún sin querer incurrir en la menor extralimitación, se suelen
alargar un poco los minutos dedicados a los ejercicios. Preferimos que
se acorten a que se alarguen.
Cualquier superavit de energía eléctrica que se genere por el
trabajo respiratorio, el sistema lo acumulará en el bazo, para emplearla
si es necesario en cualquier emergencia.
Puede ocurrir que el sistema no esté suficientemente entrenado
para conservar exceso de fuerza eléctrica y las vibraciones de los
centros nerviosos están expuestos a tener que transferir su actividad a
las células cerebrales que se hallan bajo el directo dominio de las
facultades imaginativas. Por ésta causa, algunos temperamentos se
vuelven meditabundos, condición que no nos gusta favorecer, porque el
objeto de nuestro trabajo es conseguir por medio de la concentración el
mayor bienestar físico, moral e intelectual. No debemos permitir que se
establezca un estado de aparente felicidad para satisfacer la naturaleza
sensual.
Como hemos dicho repetidas veces, nuestros ejercicios son medios
para un fin y en cuanto se haya obtenido el desarrollo deseado no será
necesario practicarlos de un modo rutinario. Este estudio es como el
estudio de la armonía. Cualquier método que se adopte debe continuarse
hasta llegar a saber lo que enseñan los maestros. Al principio deben
observarse estrictamente las reglas; pero en cuanto se llega a dominar
la armonía pueden alterarse en apariencia y entrando en el dominio
particular, establecer si se quiere reglas propias. Hasta entonces debe
seguirse al maestro practicando con fe y constancia los ejercicios, si
verdaderamente se desea alcanzar beneficios de esta noble enseñanza.
CUARTO EJERCICIO RITMICO
Por la mañana de frente al Este, al medio día de frente el Sur,
por la tarde al Oeste y por la noche, antes de acostarse, de frente al
Norte.
Tómese
la posición en pie como en el segundo ejercicio y después que se haya
practicado el ejercicio preliminar y desalojado el aire de los pulmones,
inhálase suave y gradualmente; al mismo tiempo hágase girar el brazo
derecho (que debe estar en laxitud perfecta) en movimiento circular
delante de si mismo; la palma de la mano vuelta hacia el cuerpo. El
movimiento ha de marcar un círculo perfecto. La inhalación debe durar
mientras se marcan tres círculos y otros tantos para la exhalación.
Después que se hayan ejecutado de este modo doce movimientos circulares,
levántese el brazo como si se fuera a ejecutar otro círculo y cuando la
mano está por encima de la cabeza deténgase el movimiento, ciérrese el
puño inhalando plenamente e inclinando el cuerpo hacia adelante, con un
movimiento de caderas tóquese el suelo con los nudillos, reteniendo el
aliento al practicar este movimiento de inclinación y exhálese al
levantar el cuerpo, colóquese el brazo en su primera posición
imprimiéndole un movimiento circular hacia atrás. Practíquese el mismo
ejercicio con el brazo izquierdo, teniendo particular cuidado en retener
el aliento durante el movimiento hacia adelante. Es posible que al
principio no se alcance a tocar el suelo, pero no hay que desanimarse,
se conseguirá con el tiempo; inclínese el cuerpo todo lo posible sin
doblar las rodillas; la inclinación ha de ser un movimiento de caderas.
Creemos innecesario decir, porque los discípulos lo habrán
comprendido, que no debe usarse corsé, fajas ni justillos ni cualquier
otro disforme paramento que afectan a la libertad y gracia de los
movimientos. Gracias al desarrollo corporal y mental llegaremos a
comprender que todas las disformidades e imperfecciones que nos inducen a
usar los artificios en boga para disimular nuestros defectos a la vista
del público no serán necesarios porque pueden corregirse empleando para
ello medios más natura1es; no sólo volverán a su estado normal abdómen
abultado y mejillas flojas sino que el busto, cara y brazos y el cuerpo
todo adquirirá belleza y forma perfecta, asegurándose además buena
salud, inteligencia clara e imparcial, condiciones cerebrales normales y
un alma viviente que nos ayude a conquistar nuestra verdadera posición
en la vida.
Este ejercicio se ha de practicar después de las comidas, es
decir, cuando las comidas se han digerido; si no se ha comido, tanto
mejor. Este ejercicio es un alivio excelente para los estados
dispépticos y de indigestión y aunque no es éste su objeto principal
puede emplearse también para este fin; favorece mucho la digestión y
ayuda a concentrar la mente; pero su objeto principal es refinar el
sentido del gusto y por ende el del olfato; este último se mejora en
parte practicando el precedente ejercicio.
Hemos explicado ya cuatro ejercicios que deben, practicarse
diariamente por el orden prescrito. Nosotros aseguramos que el cuarto
ejercicio, practicado en conexión con los precedentes, ayudará a vencer y
desterrar hábitos tan perjudiciales como son ingerir carnes, licores,
drogas, fumar y masticar tabaco y otros semejantes. Debemos
necesariamente formarnos un carácter con fuerza de voluntad para vencer,
empleando medios sencillos y naturales, todas nuestras debilidades y
defectos, haciéndonos superiores a ellos y conseguir libertarnos de toda
degradación e impureza. Con el tiempo se llegará a ser muy exigente y
escrupuloso para los alimentos y perfumes a causa de la extrema
delicadeza de los sentidos del gusto y olfato y por la mayor perfección y
elevación de todos los otros. La pureza corporal engendrará pureza
mental y las ideas que se produzcan serán nobles y generosas. Se
evitarán y huirán chocarrerías y chismografías, el egoísmo estará
vencido, y la armonía con la naturaleza reinará entre los hombres.
QUINTO EJERCICIO RITMICO
Como hemos dicho, para practicar el quinto ejercicio se ha de
estar en pie, como en el segundo ejercicio; en seguida alárguense los
brazos hacia adelante empleando el poder de la voluntad, que es el
pensamiento: "Así sea" o, "hágase así". Al mandato de la mente, teniendo
los músculos relajados, la columna vertebral más firme que nunca y un
aire tan independiente y altivo como el de un monarca o potentado, las
funciones del cuerpo responderán. Tan pronto como se haya practicado el
ejercicio preliminar, inhálese gradualmente y simultáneamente,
obedeciendo a la voluntad; pónganse los músculos de los brazos tensos,
pero sin esfuerzo. Las manos deben permanecer flexibles; la tensión solo
debe alcanzar hasta las muñecas. Al exhalar, relájense los músculos de
nuevo; esto se ha de, repetir tres veces; tres inhalaciones y tres
exhalaciones. A la cuarta inhalación deben extenderse los brazos a los
lados del cuerpo, un poco hacia atrás y exhálese, inhálese y exhálese
dos veces más y, al volver a inhalar, que será la séptima vez, pónganse
los brazos en su primera posición, pero las manos enfrente una de otra,
sin que deban tocarse las puntas de los dedos, no porque esto pueda
perjudicar sino porque puede ocasionar sensaciones desagradables después
de algún tiempo de práctica. Al principio sólo se percibe un hormigueo
especial, pero más tarde, si los dedos se tocan, se sienten unos choques
que deben evitarse. Lo que se desea es distribuir fluidos fosfáticos a
las extremidades de las manos y más tarde a las otras extremidades del
cuerpo, para igualar las condiciones eléctricas del mismo y excitar
centros nerviosos que han permanecido siempre inactivos a causa del
choque que sufrieron, en la época del nacimiento, cuando el cordón fué
cortado de un modo violento y anticientífico por inexpertas manos de
comadronas o médicos.
Al adoptar y practicar nuestro sistema no debemos entusiasmarnos
refiriendo a todo el mundo los maravillosos resultados que obtenemos
por su práctica. Nuestros inquisitivos amigos no dejarán de notar
nuestro gran cambio y se cuidarán de preguntarnos qué método empleamos
para conservarnos jóvenes y sanos. Ellos vendrán a nosotros, ansiosos de
que les instruyamos, como María, sentada a los pies del Maestro,
escuchaba arrobada sus gloriosas palabras, y nos suplicarán que les
conduzcamos al manantial de donde manan tan milagrosas aguas. Nuestro
deber es indicarles el camino para que puedan gozar de sus beneficios.
El presente ejercicio no debe practicarse más de tres veces
diarias, ni emplearse más de siete inhalaciones e igual número de
exhalaciones. Es un ejercicio tan intenso que si se ejecuta con exceso,
los dedos arden.
Después de algún tiempo de práctica, al estar en la obscuridad
se notará un brillo fosforescente en la punta de los dedos. Para que
esto no ocurra deben cerrarse fuertemente las manos después de
practicado el ejercicio y así se evitará que la gente se alarme y se
imagine que se interviene en fantasmagorias, cuando por el contrario
nuestro objeto es que nos apartemos de toda, superstición y aprendamos a
interpretarlo todo en su verdadera esencia. Los fenómenos, por
imponentes que parezcan, se basan en leyes naturales y se presentan en
relación a ellas. Cuando estas leyes sean comprendidas, lo misterioso no
será por más tiempo origen de ideas supersticiosas y equivocadas
creencias.
SEXTO EJERCICIO RITMICO
El principal objeto de este ejercicio es distribuir los círculos
magnéticos para ayudar a avivar la médula espinal extendiéndose por
este medio el radio del pensamiento y capacitando para coordinar con más
lógica y en virtud de la actividad de las células cerebrales llegar a
tener conciencia perfecta de que se es uno con Dios y la naturaleza.
Arrodíllese detrás del respaldo de una silla doblando las dos
rodillas simultáneamente. No se ha de caer sobre las rodilías sino
bajarías suavemente. La silla se ha de colocar a unos tres pies de
distancia, de modo que alargando los brazos se puedan asir los montantes
laterales del respaldo de la silla, uno con cada mano. Las manos y el
cuerpo han de estar laxos, la columna vertebral firme y los ojos deben
mirar a un punto obscuro, como en los primeros ejercicios.
Despues de practicar la respiración preliminar, inhálese
plena y profundamente, al propio tiempo asiendo con más fuerza a los
montantes de la silla, inhálese durante el mayor tiempo posible, sin
esfuerzo ni molestia. Reténgase el Aliento todo lo que se pueda con
facilidad conservando las manos fuertemente asidas a la silla; al
exhalar gradualmente, aflójense las manos por completo. Practíquese este
ejercicio por espacio de tres minutos tres veces al día y nunca más de
tres veces al día. Este ejercicio puede practicarse por la noche antes
de acostarse.
No debe preocupar la sensación especial que se percibe que
partiendo del ombligo se corre por la región espinal hacia la cabeza y
también baja a las extremidades inferiores. Esta sensación la produce
la generación de energía eléctrica del sistema nervioso y la sensación
como un ligero soplo que se siente en el cuerpo es producida por los
círculos magnéticos al emanar de lo más íntimo del alma.
Este ejercicio produce excelentes resultados; calma y
tranquiliza la mente y la hace accesible a los placeres más elevados y
esto pueden experimentarlo los que lo practiquen. Este ejercicio no
debe practicarse con exceso, ni ninguno de los otros. No debe creerse
que "cuanto más mejor". Es un ejercicio de gran potencia y debe
guardarse alguna precaución. Tan pronto como se note que la silla se
mueve y que las rodillas tienen tendencia a levantarse, suspéndase el
ejercicio por aquel día. Para el desarrollo de las funciones cerebrales
no es conveniente practicar este ejercicio más de lo prescito.. Las
virtudes curativas de este ejercicio no tardan en hacerse esperar. De
una manera uniforme y gradual se consigue mayor comprensión y más amplio
criterio, lo que antes era incomprensible se llega a descifrar
fácilmente y se vislumbra, que no existe nada que no pueda llegar a
explicarse. Se comprende que los sentidos, antes de desarrollarse, nos
han conducido a una errónea interpretación de todas las cosas, tanto
humanas como divinas; que el sol no es un globo de fuego como creíamos,
sino un astro que no tiene más luz que la necesaria para sostener las
condiciones de su propio sistema planetario. Se comprende que nuestro
planeta es una luz en sí y que "Yo soy la luz del mundo".
Al colocarse en la posición descrita para practicar el presente
ejercicio deben alejarse todas las ideas de la mente; olvídese todo,
hasta el nombre de Ga-Llama y el de Aliento; atiéndase solamente al
ritmo de la respiración y por vez primera se sentirá el encanto de un
mágico poder interior que subyuga y repitiendo el ejercicio se llegará a
sentir un suave ardor y una sensación de vida nueva y más adelante
aparecerá una luz maravillosa; la luz del alma que ilumina la mente,
conforta el corazón y deja en éxtasis los sentidos, llegando a un grado
de grandeza que no puede expresarse con palabras y así se seguirá
adelantando en un plano de progreso que no tiene fin porque es eterno.
El primer ejercicio se ha de practicar por espacio de tres
minutos tres veces al día; tres por la mañana, tres al medio día y tres
antes de ponerse el sol. Total nueve minutos diarios a los que
difícilmente podría dársele mejor empleo ni propósito que el de crearse
una vida nueva y mejores medios para dirigirla. Este ejercicio no debe
practicarse hasta una hora después de haber comido. Téngase presente que
antes de empezar a practicar el ejercicio propiamente dicho, se ha de
desalojar el aire de los pulmones por completo. Esto se consigue con más
facilidad practicando un pequeño ejercicio preliminar. Empiécese por
hacer unas inhalaciones y exhalaciones de corta duración, seis o siete
veces sucesivas; la última exhalación debe ser larga y debe dejar los
pulmones vacíos; seguidamente puede practicarse el ejercicio conforme a
las instrucciones dadas.
Por estos medios, paso a paso, se alcanzará larga vida, salud
perfecta, claro entendimiento y todo cuanto hace la vida interesante y
digna de vivirse.
SEPTIMO EJERCICIO RITMICO
En una palangana o recipiente cualquiera de un tamaño suficiente
para que puedan colocarse en el fondo las dos manos puestas de plano
sin tocarse, viértase agua fría hasta que llegue a cubrir la mitad del
hueso de la articulación de la muñeca; en el fondo del recipiente entre
las manos, pero sin que lo toquen se habrá colocado una pieza de cinco
céntimos; adóptese una actitud ergida y si se ha de estar inclinado
cúidese de que la columna vertebral esté recta; inhálese por la nariz,
como siempre, una inhalación amplia y profunda; póngase la boca como si
se quisiera silbar, la lengua plana en la boca; puede silbarse si se
quiere hasta que los pulmones estén enteramente vácuos; inhálese de
nuevo por la nariz y exhálese por la boca; repítase lo mismo otra vez;
mientras se practica esta respiración se ha de mirar fijamente a la
pieza de cobre. Este ejercicio se ha de practicar por la mañana antes de
desayunar; el sistema se calienta por algún tiempo y se percibe en la
cabeza una ligera palpitación; la mente se aclara y el poder de
comprensión aumenta. Cuando se practique este ejercicio, puede también
absorberse agua por la nariz y sacarla por la boca. Puede emplearse agua
caliente al principio y luego más fresca; y si se le agrega un poco de
sal fortificará las mucosas de la nariz y garganta. Después de secarse
las manos, fricciónese con las palmas de las mismas la parte superior,
en movimiento circular hacia el cuerpo, hasta que se pongan calientes y
suaves.
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